martes, 22 de diciembre de 2009

Crónicas de la Ruta Quetzal (2)

Queridos amigos, Como os contaba, nos embarcamos en el Valdivia. Arriba, abajo arriba, abajo, que mareo... si eso era el Valdivia, una coctelera, todos nos balanceábamos de un lado para otro sin rumbo, sin un centro de gravedad.
El dulce balanceo nos acompañaba durante todo el día, la comida, las conferencias, y por la noche. Por la noche dormíamos en literas de cinco camas separadas unos pocos centímetros una de la otra, y además ¡dormíamos agarrados a la barra de la cama para no caernos de la litera! El barco se movía de una forma exagerada. Pero nos sentíamos en medio de la nada, por todos lados veíamos mar, mar, mar era increíble. Pasamos dos días viviendo en las entrañas del barco hasta conocerlo en su totalidad y movernos como Pedro por su casa.
Durante nuestra travesía tuvimos muchísimas conferencias, pero la más bonita la tuvimos la ultima noche cuando ya nos acercábamos a la isla sigilosamente para no despertarla. La isla de lejos parecía una isla de piratas con una niebla que le cubría, una isla de película. Esa noche salimos todos a la cubierta y nos tumbamos con nuestros sacos para ver el cielo del Paciífico y escuchar la conferencia de Armentia. Un cielo estrellado, como jamás lo había visto, hasta vimos Júpiter brillando.
Nuestra aventura en la isla había comenzado. Una vez en tierra empezamos la caminata por un lugar salvaje, lleno y plagado de plantas, de paisajes increíbles, rodeados de una niebla misteriosa. Nos encaminamos hacia el bosque. Mientras subíamos a la montaña para ir al otro lado de la isla, nos perdíamos entre la vegetación y la niebla no nos veíamos unos a otros. A medida que nos adentrábamos aumentaba la humedad y empezó a llover. Lluvia, barro, espíritu, risas, compañerismo, paisaje, ¿qué más se puede pedir? Tras pasar al otro lado, todos mojados, con frió, el tiempo cambio de repente, hacia sol, despejado... Paramos para comer e hicimos una hoguera para entrar en calor. Después seguimos la caminata por otro paisaje completamente diferente, el mar la isla nos recibía con sus maravillosas vistas. Tras deshacer nuestros pasos llegamos al campamento, agotados, pero satisfechos. Todos salimos corriendo a por la ducha, que caía gota a gota, y cada una de ellas caía fría, helada pero valía la pena. El 18 fue un día increíble, mejor imposible, un día donde quede hipnotizada por una historia llena de misterio. Tras plantar una planta de cada país para dejar nuestra huella, yo fui una de las afortunadas digamos que privilegiadas para ir a ver a los lobos marinos de la isla y una parte de la isla que encierra un secreto. En la isla solo viven 600 personas, que se dedican a la pesca en su mayoría. El turismo no esta desarrolla ya que la única forma de acceder es mediante una avioneta, o por el barco de la armada si tienes invitación o si tienes algún familiar. Digamos que es un sitio exclusivo; único, que muy poca gente ha visitado, un sitio tranquilo, natural y precioso. Siguiendo con la historia, nos montamos en la lancha y nos fuimos a ver los lobos. Llegando al lugar vimos a miles y miles de lobos, viviendo en las rocas, cachorros con sus padres, etc. Tras ver los lobos fuimos a una parte de la isla llamada el puerto ingles. Se piensa que hay un tesoro escondido... sí, sí, increíble pero cierto, un tesoro. Esta historia comienza con Juan Esteban que se hizo con parte del tesoro que salía de Sudamérica a España, un bote lleno de riquezas de Asia y Sudamérica. El tesoro se entero en la isla, ya que era un sitio estratégico y hay cartas que hablan del tesoro. Tras sumergirnos en la historia, nos enseño las pistas que dejó el último que enterró el tesoro; pistas huellas de la existencia del tesoro, pruebas de que existe y que es muy probable que esté en la isla. La historia es misteriosa, verídica, que comienzas a mirar a tu alrededor en busca de alguna pista. Pero allí no acaba todo, en ese sitio de la isla esta la llamada isla de Robinson Crusoe, y es allí donde un famoso empresario norteamericano muy conocido en la isla, ya que esta en busca del tesoro. Este empresario tiene permiso del Estado chileno para hacer excavaciones durante siete meses y luego volver a dejarlo todo como estaba. Es la esperanza de que exista el tesoro, pero más que el tesoro, que siga el sueño. Vino a la isla es busca de un sueño, luchar por encontrarlo. Por desgracia el empresario esta enfermo, muy enfermo, así que las excavaciones están en el aire, no se sabe si seguirán. Si acaba la búsqueda acabara el sueño en que creen muchos. Los isleños, no creen que haya un tesoro, si no que el tesoro son la langosta y el pescado de la isla, la isla es el tesoro. Pero yo personalmente soy victima de este sueño, porque he estado allí, he vivido la historia y he visto el lugar. Tengo la esperanza de que algún día vea en las noticias un increíble descubrimiento, un tesoro escondido desde hace mucho tiempo... quien sabe. El ultimo día en Juan Fernández, donde vivió Alexander Selkirk durante cuatro años y cuatro meses, fuimos a pescar. Con un hilo de pescar, un trozo de cartón y cebo, fuimos pescadores por un momento. Al principio te enfadas porque no lo consigues pero con un poco de paciencia coges el tranquillo y te parece más fácil y divertido. Los isleños prepararon una comida de despedida, pescado, pulpo, de todo estaba riquísimo. Esa tarde nos despedimos de la isla, y embarcamos de nuevo en el Valdivia camino a la Araucania y visitar a los mapuches.

No hay comentarios:

LinkWithin

Related Posts with Thumbnails