Atendiendo a la llamada globalizada de San Valentín, los alumnos de cuarto de la ESO, capitaneados por sus animosos tutores, organizaron dos actividades para recaudar fondos para su viaje de estudios.
La primera, celebrada por la mañana, consistió en el reparto de las flores que los miembros de la comunidad escolar se enviaban unos a otros como muestra de afecto. Con contadísimas ausencias todo el mundo desfiló por el escenario a recoger sus rosas: alumnos, parejas de alumnos, profesores y personal de administración y servicios. El acto se completó con algún número de baile.
Por la noche fue la gran fiesta. En el local de la cafetería y en el coto los alumnos bailaron al son de la música elegida por un DJ traído para la ocasión. Los de cuarto de ESO eran los anfitriones y por eso, vestidos con sus mejores galas, servían la comida y la bebida, atendían el guardarropa y se encargaban de que todo fuese perfecto. Aunque los más jóvenes no pudieron quedarse hasta el final (todo les llegará, que el tiempo no se detiene) la fiesta supuso diversión hasta muy tarde.
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