Cualquier ocasión es buena para mostrar a los demás nuestra estima, aunque la excusa sea tan manida como el catorce de febrero. Los alumnos de cuarto de ESO, en su entusiasta preparación de su viaje de fin de etapa, no podían dejar pasar la ocasión de animar a todos a regalar flores y, de paso, conseguir algunos fondos para el viaje, que nunca vienen mal.
Han sido muchas horas de dedicación y esfuerzo (que muchos quisieran ver reproducido en dirección a otros objetivos que también tienen que ver con el instituto) y a lo largo de muchos días: Se han confeccionado las tarjetas que acompañan a las flores, se han vendido en gran número gracias a la perseverancia y simpatía de los vendedores, se han ordenado y clasificado, se han confeccionado los ramos y, finalmente, se ha montado una emocionante ceremonia (¡qué elegantes los presentadores!) en la que todos se han sentido halagados de que otros se acordasen de ellos.
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