jueves, 21 de abril de 2016

CONFERENCIA DE ROMÁN MORALES GARCÍA




    Hoy, jueves 21 de abril, hemos tenido el placer de contar con la presencia de Román Morales García. Un viajero que no deja sorprendernos con sus gestas. Ante un nutrido grupo de de alumnos del Instituto, nos ha estado presentando sus experiencias del increíble viaje que le llevó más de tres años y medio. Un recorrido de más de once mil kilómetros desde la ciudad caribeña de Santa Marta, Colombia, atravesando toda la cordillera de los Andes hasta llegar a Ushuaia, en la Tierra del Fuego, Chile. Por tanto, cruzar a pie, nada más y nada menos, todo el continente sudamericano de norte a sur.


      Un recorrido en solitario que le sirvió para apreciar aún más la presencia del hombre de aquellos parajes. Por supuesto que hemos podido contemplar una procesión de imágenes maravillosas que cobraban vida cuando las explicaba. Porque, como decía Lorenzo Silva cuando hablaba de los viajeros como Marco Polo o Ibn Batuta, el viaje también ha transformado por dentro a nuestro conferenciante.


      A veces Román se apartaba durante un tiempo del camino para conocer algunos de los lugares cercanos, como el Chocó de Colombia, donde convivió con la comunidad indígena y pudo comprobar que ellos hacen casi todo en común, que comparten el trabajo, la comida y la casa y que la palabra más usada es "nosotros", frente a la palabra "yo", tan frecuente en nuestra civilización.


     Nos ha contado historias fascinantes de las personas con las que se ha encontrado en su camino, con algunas de las cuales llegó a compartir varias días de hospitalidad. Y nos han impresionado episodios duros de su viaje, como cuando atravesó el salar de Uyani, de Bolivia, un desierto de sal de más de diez mil kilómetros cuadrados y a una altitud de tres mil seiscientos metros.
 

       Por la tarde nos habló de su odisea al cruzar América del Sur en canoa, experiencia que recoge en su libro Caminos de agua. Si por la tarde nos tuvo sobrecogidos, ahora nos hechizó durante más de una hora y media contándonos no solo sus vivencias, sino los muchos conocimientos que aportaba de todos los lugares y paíeses que recorrió, especialmente Brasil o Paraguay.


    No faltaron historias de suspense, como su miedo al jaguar, al que tenía que ahuyentar por las noches con varias ristras de petardos, o historias de amor o de hospitalidad. Su entuasismo y su erudición y amor a la literatura nos contagió durante toda la exposición. 


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