lunes, 21 de mayo de 2012

Exposición Año literario 1962



1962 fue un annus mirabilis para la literatura. El Departamento de lengua y literatura del IEES Severo Ochoa quiere conmemorar el cincuentenario de la publicación de estas obras maestras, que apenas han perdido un ápice de su moderna actualidad.
Habitualmente, se accede a la literatura a través de obras singulares o bien desde un punto de vista diacrónico, a lo largo de periodos de tiempo o de generaciones. Sin embargo, también existe otro modo, sincrónico, de observar el fenómeno literario, a partir de las obras publicadas en un año concreto. A modo de una resonancia magnética o un TAC, esta perspectiva permite adivinar tendencias simultáneas, influencias mutuas, temas compartidos, polifonías que suenan a la vez en diferentes autores, géneros y lenguas. Asimismo, permite atisbar lo que va de entonces ahora, lo que ha cambiado la cultura que nos contiene y, en última instancia, lo que hemos cambiado como personas. En los comienzos de los años 60 prolifera el experimentalismo literario, el antirrealismo en algunos casos, el protagonismo de un individuo desorientado o desubicado, la novela histórica y la definitiva irrupción del feminismo en la literatura occidental. También es el inicio del boom de la novela hispanoamericana, con autores como J. Cortázar, G. García Márquez, J.C. Onetti, M. Vargas Llosa, M. Mújica o el recientemente fallecido C. Fuentes, que se dan a conocer ahora.
1962 es también el año en que muere Marilyn Monroe, y el año en que Andy Warhol pinta su bote de sopa Campbell o que Thomas Kuhn publica La estructura de las revoluciones científicas, justo cuando The Beatles dejan de ser un grupo encerrado en una cueva para dominar el panorama musical pop, en fin, el año en que John Steinbeck gana el Premio Nobel de Literatura. Todavía estaba en circulación un billete de 1 peseta con una imagen de Don Quijote. El Oscar de Hollywood es para Lawrence de Arabia, y junto a ella se proyectan otras joyas del cine como La conquista del Oeste, Dulce pájaro de juventud, 007 contra el Dr. No o El hombre que mató a Liberty Valance. También se hicieron adaptaciones de obras literarias como Matar un ruiseñor o El proceso, de Orson Welles. En televisión hacían furor las series americanas Bonanza, El virginiano o Rin Tin Tin, junto a programas biopic como Esta es su vida.

En esta exposición, por razones cronológicas o por criterios de selección antológica, quizá falten obras como La ciudad y los perros (escrita por Vargas Llosa en 1962, pero publicada un año después), La muerte de Artemio Cruz, Grado elemental, Dos días de septiembre, o El lado de la sombra, pero no podremos negar que son todos los que están. Independientemente de su origen y sus particulares gustos literarios, todos publicaron sus obras en el mismo momento y, a partir de esta coincidencia, todos constituyen voces acreditadas que todavía resuenan con fuerza en nuestra cultura, cincuenta años después. Pronto llegarían los hippies, los estudiantes de las protestas, el mayo del 68, el desarrollismo y los tecnócratas. Después de todo, quizá 50 años no sean nada.

Jesús Huerta Mazcuñán





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