Nuestro grupo de teatro ha demostrado en Casablanca que no cede ante las dificultades y que es capaz de salir a flote y de triunfar en situaciones poco favorables.
Tras cinco largas horas de viaje, al reconocer el espacio en el que debía actuar nuestra compañía se encontró con que el
Salon international d'Education et des Métiers (Siem) se celebraba en una nave inmensa, llena de ruidos en la que en un rincón se había montado un escenario de fortuna, sin camerinos en los que cambiarse, sin una iluminación que pudiera controlarse, abierto por todas partes, sin telón y con solo una escalera de acceso. Al tiempo que se movían las mandíbulas con los bocadillos suministrado por el stand de la
Consejería de Educación de la Embajada Española, los cerebros de la dirección y el cuerpo técnico también se movían intentando buscar soluciones a los problemas: un cajón serviría de segunda vía de acceso, el fondo del escenario se cubriría con telas, los cambios de decorado se alterarían para adaptarse a unas dimensiones más reducidas, se instalarían micrófonos de ambiente para superar el ruido de fondo, y tantas improvisaciones más que hubo que ingeniar para intentar sacar la obra adelante.
¡Y vaya que se consiguó!
A pesar de que nada más comenzar se apreció que los micrófonos de ambiente no eran eficaces y hubo que usar una multitud de micrófonos en el escenario (que no aparecieron por ensalmo, sino que tuvieron que ser conseguidos, conectados y adaptados de forma progresiva y rápida) nuestros cómicos demostraron que todos esos inconvenientes eran pocos para ellos. Se adaptaron en seguida al uso de los micros, cantaron de maravilla, superaron cortes de luz en la mesa de mezclas, sudaron de lo lindo ante la multitud que reunieron con su arte y se tomaron con humor de veteranos todas las pegas que no dejaron de presentarse a lo largo de la función.Las directoras (Charo Macías y Carmen Perea) parecían estar en todas partes y dos duendes (Yassine y el profesor Miguel Ángel Fernández) hacían creer en el don de la ubicuidad al facilitar en el instante preciso el micrófono que hacía falta.
¿Que no fue la mejor de las representaciones que se han hecho de la "Opera del Bandido" (nos quedamos con la de Tetuán)? Pues no, no lo fue, pero nadie que allí estuvo alberga la más mínima duda de que nadie lo habría podido hacer mejor que los alumnos del Severo Ochoa de Tánger.
El Sr. Consejero casi estaba emocionado cuando al final de la obra pasó a felicitar a la compañía, pero todas las felicitaciones no pudieron aumentar la satisfacción que se tenía, porque ésta no podía ser mayor.
En el viaje de vuelta no se notó el cansancio y se cantó y habló en la euforia de estar juntos.
Fueron especialmente emotivos los comentarios de algunos alumnos de 2º de bachillerato para los que éste era su último viaje con el grupo de teatro, pero ver como las nuevas incorparaciones hacían, orgullosos de estar allí, un balance muy positivo de su primera temporada en el grupo, también dejó a Charo y Carmen con una sensación de tarea bien hecha.
¡Enhorabuena a todos!
Una sorpresa agradable a la llegada: nuestro coro cantando en una grabación de Alfonso Pimentel
Primeras instrucciones tras la toma de contacto
¡A montar!
Camerino improvisado
Todo el mundo echa una mano, que falta hacía.
Presentación multilingüe.
Comienza la función.
Entre bastidores.
El Sr. Consejero felicitando a los actores.
El viaje de vuelta a casa.
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